Se filtran los oscuros intereses por lo que Lionel Messi se vio obligado a quedarse en Barcelona

El argentino Lionel Messi sorprendió ante los medios y salió a dar la cara. Señaló que se quedará en Barcelona y que no demandará al equipo que le dio todo. Sin embargo el tema tiene un trasfondo más allá de la parte deportiva, intereses ocultos hacen que el futbolista prácticamente no tenga la libertad para elegir el club en el que quiere jugar, aunque su contrato así lo permitía hacerlo. 

El primero, la parte económica. Un proyecto carente de sustento desde la llegada de Josep Bartomeu. La salida de Lionel Messi dejaría 700 millones de euros, pero representaba una pérdida millonaria para Barcelona. Solo en impuestos, el jugador argentino paga 50 millones al gobierno de Catalunya. Mientras que en ingresos del club, por la imagen Messi, el jugador generaba cerca de 100 millones de dólares. 

Mientras que en la parte de venta de artículos, camisetas y otro tipo de  productos, Barcelona ingresaba 93 millones por año, gracias al jugador. Otro de los temas que se afectaba era el tema de los patrocinadores. De acuerdo al informe de Palybook, las dos empresas que están en la camiseta de Barcelona aportan con 81 millones de dólares al año y con la salida de Messi, pretendían que este valor baje por lo menos en un 40 por ciento. A ello también hay que agregar el tema de turismo, que deja en la ciudad ingresos que bordean los 97 millones de dólares, según el Cronista. En conclusión. Cada año que estuvo Messi en Barcelona, el club generó gracias a él 321 millones de dólares (6 mil 930 millones de pesos).

Si usted multiplica este dinero, desde que empezó a ser el imán mediático del equipo (2006), tendrá un ingreso de 1926 millones de dólares. El fenómeno Messi en toda su expresión, en la parte económica. Por ello, desde la directiva manejaron un discurso conciliador, ya que quizá la voluntad del jugador ahora no importa, sino lo que importa es no perder estos ingresos económicos. Por ello, la presión de la directiva del equipo Culé, para no dejarlo salir, para poner todas las trabas posibles y convertir al mejor jugador del mundo en un esclavo del siglo 21, al servicio de la industria del fútbol.